En la edición de este año de los premios otorgados por Onda Cero Sierra a las empresas de Hoyo de Manzanares, el premio a mejor empresa fue concedido al Aula Apícola Sierra de Hoyo.
Para mí, ya no como propietario del Aula junto con Clara, mi mujer, (quien realmente lo merece por ser quien la gestiona), sino como gestor de “La Ladera y Picazos”, este premio tiene un significado muy personal.
Porque indirectamente, es también un premio a la gestión de "La Ladera".
Y es que el Aula Apícola tiene un origen bastante atípico que la mayor parte de los vecinos desconocen, íntimamente vinculado a la gestión de esta finca privada. Y a mis orígenes.
Me explico: yo no pasé mi infancia y juventud jugando por las calles de Hoyo (cosa que por supuesto también hacía), sino en “La Ladera”. Compatibilizando trabajos de mantenimiento en el monte con mi inquietud por conocer la fauna que allí vivía.
Hace unos 30 años, para liberar a mi padre del peso de gestionar “La Ladera y Picazos”, comencé a hacerme cargo de su gestión y conservación, asumiéndolo como una obligación y reto personales, y, en palabras de mi propio padre, “algo a lo que el destino nos obligaba”.
Y siempre tuve claro que mi principal guía debía ser el Plan Rector de Uso y Gestión del PRCAM, aunque en parte éste pudiera suponer un menoscabo en los derechos de mi familia. Resiliencia, lo llaman ahora.
La clave estaba en compatibilizar el interés general con el de la Propiedad.
Me estudié dicho Plan a fondo, asumí como propias las directrices y usos dominantes que establecía para la gestión de zonas como “La Ladera y Picazos” (usos testimonial y pedagógico), y me esforcé en integrar esos usos como complemento en las tareas de conservación.
Así surgió la idea de integrar la Educación Ambiental en la gestión de “La Ladera y Picazos”, para contribuir a la divulgación de los valores ambientales de la Sierra de Hoyo y a la sensibilización ambiental de vecinos y visitantes.
Para ello, Clara y yo propusimos a mi familia la creación de lo que ahora es el Aula Apícola, y emprendimos este proyecto familiar hace algo más de 16 años (sin contar los casi 5 años de tramitaciones), arriesgando y sacrificando mucho, económica y personalmente.
Mi objetivo siempre ha sido hacer una gestión seria, adaptada a las necesidades de la finca, coherente, y haciendo compatibles los intereses de mi familia con el interés general marcado por el PRUG del Parque Regional. Sin perder nunca el foco y contra viento y marea. Muchos vientos y muchas mareas, en forma de intereses particulares contrarios a aquellos que yo defiendo.
Por eso, al margen del orgullo por el reconocimiento a la labor del Aula Apícola, este premio a esa faceta divulgativa integrada en la gestión de “La Ladera y Picazos”, significa para mí un éxito más de la labor desarrollada desde que me hice cargo de la gestión de la finca.
Un éxito equiparable a otros que periódicamente comparto relacionados con la conservación de “La Ladera y Picazos” y la decisión de convertirla en un santuario para la fauna silvestre, éste relacionado con otra función social, que es promover desde ella la finca la educación y sensibilización ambiental.
Y como tal éxito, creo que de interés general, lo comparto también hoy.
