Durante las últimas semanas, han sido detectadas en varios foros y medios de internet nuevas rutas cuyo recorrido atraviesa ilegalmente “La Ladera y Picazos”, organizadas y publicitadas por diferentes empresas y particulares.
El hecho fue denunciado públicamente por un vecino en la “Red Ciudadana por el Medio Ambiente de la Sierra de Hoyo y su entorno”, un foro vecinal creado por personas preocupadas por la conservación de este entorno natural.
A raíz de esto y de alguna
“conversación” con excursionistas que han sido pillados recientemente
transitando por el interior de la finca, y dejando a un lado por un momento el hecho de
que ello suponga un delito contra la propiedad y los legítimos intereses y derechos de los propietarios, y una violación de la normativa
de protección de una Reserva Natural, me han venido a la memoria los alegatos justificativos
de su inexcusable proceder usados por alguno de ellos, y su inconsistencia
frente a numerosas publicaciones sobre el impacto de la actividad
humana en la fauna silvestre.
Hace meses compartí uno sobre lo
que ya ha sido bautizado como “efecto fin de semana”, y su influencia no sólo sobre
la cría sino también sobre la alimentación y posibilidad de subsistencia de
determinadas rapaces, especialmente las más grandes y amenazadas.
Impacto de la presión humana sobre los territorios de las grandes águilas (raptorsoftheworld.org)
Recientemente, compartí otro estudio sobre el mismo asunto, publicado por la revista Quercus en su número de octubre de 2022, que explicaba cómo se pudo constatar lo anterior durante el confinamiento de los madrileños en la pandemia, y resaltaba la importancia de la existencia de hábitats-isla en áreas fuertemente urbanizadas.
En el que hoy comparto, se habla
además de cómo la simple presencia humana obliga a muchas especies de fauna
silvestre a adoptar hábitos nocturnos, que no están en su naturaleza.
La influencia de la perturbación humana en la vida nocturna de los animales (Science)
En fin, nada nuevo bajo el sol,
pero sí algo que, antes de auto justificarse, deberían conocer todos aquellos
que se saltan las normas a su antojo y que, bajo la simplona excusa de que “es
que yo soy muy educado y respetuoso y no molesto”, contribuyen a generar este
problema.
La educación y el respeto, se demuestran respetando. De otro modo, no son sino palabras vacías. Y frente a la ausencia de las anteriores, frente a quienes pretenden anteponer su interés personal a las normas y a nuestros derechos y legítimos intereses, sólo cabe firmeza. Cada vez más. E información, por si ello sirve para que corrijan su actitud.
No se trata sólo de no dejar basura,
no.
Ni de ruido.
Ni de erosión.
Ni de no molestar (nosotros o
nuestros perros) a la fauna que veamos.
Ni de no dañar la flora.
Ni de no hacer fuego (faltaría
más).
Ni se trata sólo de mí o de mi
grupo de acompañantes.
Se trata de nuestra simple
presencia, y además de nuestra presencia individual como parte de un goteo
incesante de individuos que, en conjunto, genera un impacto enorme.
Como concluye el artículo, basado
en un estudio publicado en Science, “…. La presencia humana por sí sola es
suficiente para interrumpir los patrones naturales de comportamiento.” …. “La
gente puede pensar que nuestra recreación al aire libre no deja rastro, pero
nuestra mera presencia puede tener consecuencias duraderas.”
Aunque a muchos moleste, el objetivo de quienes gestionamos “La Ladera y Picazos” es que este pequeño enclave sea uno de esos hábitats-isla. Un santuario de fauna silvestre dedicado única y exclusivamente a programas de conservación, investigación o reintroducción de fauna autóctona. Una finca privada dedicada a proveer a la fauna silvestre de tan urbanizado y masificado entorno de un espacio sin presencia humana, donde las especies que alberga o pueda llegar a albergar puedan criar, cazar y en definitiva vivir, sin molestias humanas.
Para ello, además de mantener la actual línea de gestión, en los próximos años intensificaremos nuestras habituales colaboraciones, a través de acuerdos de custodia, convenios de colaboración etc, con organizaciones conservacionistas, universidades, o la administración, y se reforzará el control de accesos ilegales.
Demasiado masificada,
sobreexplotada y machacada está ya la Sierra de Madrid, como para que nosotros
como propietarios no asumamos esa responsabilidad que, además de nuestra
responsabilidad con la sociedad y con las futuras generaciones, es nuestro
legítimo interés particular, coincidente plenamente con el interés general, plasmado en las leyes de protección de la naturaleza.
“… se saturan los rincones
secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres…”, pero no en este
pequeño reducto de la Sierra de Hoyo de Manzanares, mientras podamos evitarlo. Decisión y perseverancia, no van a faltar. Y esperamos que apoyo y colaboración de las autoridades responsables, tampoco.
Nacho Morando
Hoyo de Manzanares, a 15 de
febrero de 2023